El sesgo de deseabilidad social es un error sistemático en el que los participantes presentan respuestas que se ajustan a las normas sociales en lugar de revelar sus verdaderos pensamientos, comportamientos o experiencias. Este sesgo puede distorsionar gravemente los resultados de la investigación, sobre todo en los estudios cualitativos, cuyo objetivo suele ser explorar temas delicados o personales. En este artículo analizaremos la definición, las causas, los tipos y la forma de reducir el sesgo de deseabilidad social.
Aunque no siempre es el caso, los participantes en estudios cualitativos pueden presentarse de formas que se ajustan a comportamientos, valores y creencias socialmente aceptables. Esta tendencia puede dar lugar a respuestas que reflejen comportamientos socialmente deseables en lugar de los verdaderos pensamientos o acciones de un individuo. Por ejemplo, los participantes pueden afirmar que realizan donaciones benéficas, evitan comportamientos controvertidos o votan con regularidad, aunque estas afirmaciones no sean ciertas.
El sesgo de deseabilidad social es la forma más estudiada de sesgo de respuesta y puede deberse a varios factores, como la naturaleza de la recolección de datos proceso, la naturaleza pública o privada de las respuestas y las expectativas de los encuestados sobre cómo se percibirán o utilizarán sus respuestas.
El sesgo de deseabilidad social puede adoptar la forma de autoengaño, en el que los participantes se ven realmente a sí mismos de forma favorable, o de gestión de la impresión, en el que proporcionan conscientemente respuestas falsas o exageradas para crear una imagen positiva. A pesar de los esfuerzos por medirla y reducirla mediante escalas de deseabilidad social, estos métodos tienen limitaciones y pueden no ser eficaces en distintos contextos o entornos culturales. Comprender y abordar el sesgo de deseabilidad social es fundamental para garantizar la exactitud de los resultados de la investigación cualitativa.
En la investigación cualitativa, el sesgo de deseabilidad social puede aparecer de dos formas principales: autoengaño y gestión de la impresión. El autoengaño se produce cuando los participantes, sin saberlo, presentan una imagen excesivamente positiva de sí mismos, lo que también se conoce como realce autoengañoso. Pueden creer sinceramente que tienen ciertos valores o que actúan de ciertas maneras, incluso cuando su comportamiento contradice estas creencias. Este sesgo es a menudo inconsciente y está profundamente ligado a su autopercepción. Por otro lado, la gestión de las impresiones es una forma más deliberada de sesgo. En este caso, los participantes adaptan conscientemente sus respuestas para causar una impresión favorable al entrevistador, a menudo buscando la aprobación social. Esto puede ocurrir al discutir temas sensibles o cuando los participantes se sienten juzgados, lo que les lleva a dar respuestas que creen que el entrevistador quiere oír, en lugar de sus opiniones auténticas. Por ejemplo, en un estudio sobre hábitos de salud, un participante puede exagerar su adherencia a una dieta sana para evitar parecer irresponsable.
La distinción entre estos dos tipos de sesgo es crucial en la investigación cualitativa porque cada uno requiere estrategias diferentes para mitigarlo. El autoengaño es difícil de abordar, ya que se deriva de la creencia genuina de los participantes en sus respuestas. A menudo requiere que el investigador utilice técnicas como la triangulación, en las que se comparan múltiples fuentes de datos para identificar incoherencias entre los autoinformes y el comportamiento real. Sin embargo, la gestión de las impresiones puede llevarse a cabo de forma más eficaz creando un entorno de entrevista en el que los participantes se sientan cómodos y seguros de que no se les juzgará por sus respuestas. Garantizar el anonimato, establecer una buena relación y utilizar técnicas de interrogatorio no amenazadoras son tácticas esenciales para reducir esta forma de sesgo.
En la práctica, ambas formas de sesgo de deseabilidad social pueden afectar significativamente a la calidad de los resultados de la investigación si no se gestionan adecuadamente. Los investigadores deben estar atentos para detectar indicios de respuestas sesgadas y utilizar estrategias meditadas y bien diseñadas para minimizar su impacto. Al comprender cómo operan estos sesgos y ajustar el enfoque de la investigación en consecuencia, los datos recopilados pueden reflejar mejor los verdaderos comportamientos, creencias y experiencias de los participantes.
Para detectar el sesgo de deseabilidad social en la investigación cualitativa, es importante que los investigadores estén atentos a los indicadores verbales y no verbales de sesgo en las respuestas de los participantes. Según Bergen y Labonté (2020), hay varios indicios clave que ayudan a identificar este sesgo. Por ejemplo, negar rotundamente cuestiones conocidas, dar respuestas vagas o incompletas, elogiar en exceso a las autoridades y mostrar comportamientos nerviosos. Cada uno de ellos puede indicar que los participantes intentan presentarse a sí mismos o a sus comunidades de una forma más favorable de lo que es.
Por ejemplo, en un estudio realizado en una zona rural de Etiopía, los investigadores observaron que, cuando se preguntaba a los participantes por problemas comunes, a menudo negaban la existencia de problemas que ya habían sido identificados en investigaciones anteriores. En un ejemplo, las mujeres insistían en que todos los partos se producían en centros sanitarios, a pesar de que los partos en casa seguían siendo una práctica muy extendida en la región. Este rechazo inmediato de los problemas fue una señal de alarma para el equipo de investigación de que el sesgo de deseabilidad social podría estar influyendo en las respuestas.
Otra señal clave de sesgo fue el uso de respuestas vagas o parciales, también conocidas como palmaditas. Por ejemplo, cuando se preguntó a los líderes religiosos por su papel en la promoción de la salud comunitaria, algunos respondieron con generalidades como "tenemos un papel", sin ofrecer detalles concretos. Esta evitación de detalles concretos, especialmente en cuestiones delicadas o controvertidas, es un indicador común del sesgo de deseabilidad social, ya que los participantes pueden querer evitar admitir deficiencias o expresar opiniones potencialmente impopulares.
Otro tema recurrente fue la alabanza excesiva y repetida de programas o iniciativas gubernamentales. A menudo, los participantes no se limitaron a responder a la pregunta, sino que se deshicieron en elogios, como dar las gracias al gobierno por mejorar los servicios sanitarios, incluso cuando el estudio se centraba en los obstáculos al acceso a la atención sanitaria. Este positivismo exagerado sugería que los participantes podían estar alineando sus respuestas con lo que creían que los investigadores, o sus comunidades, querían oír en lugar de con sus verdaderas experiencias.
Las señales no verbales también desempeñaron un papel importante en la detección de prejuicios. Se observó un lenguaje corporal nervioso, que incluía evitar el contacto visual o moverse en el asiento, en los participantes que parecían sentirse incómodos con determinadas preguntas. Por ejemplo, cuando se les preguntó por la implicación de los líderes políticos locales en la salud de la comunidad, los participantes mostraron a menudo signos de incomodidad, lo que podría sugerir que estaban censurando sus respuestas para ajustarse a las normas o expectativas sociales.
Además, el equipo de investigación observó inconsistencias en el uso del lenguaje de los participantes. En algunos casos, los encuestados utilizaron un vocabulario que parecía fuera de lugar para su nivel educativo, probablemente porque habían sido informados o entrenados sobre lo que tenían que decir por los trabajadores sanitarios locales. Esto es un claro indicio de que sus respuestas estaban influidas por presiones externas, probablemente destinadas a presentar a la comunidad de forma positiva ante los forasteros.
A lo largo del estudio surgió un patrón en el que el sesgo de deseabilidad social era más prominente al principio de las entrevistas o de los debates de los grupos de discusión, pero tendía a disminuir a medida que los participantes se sentían más cómodos. Esto pone de relieve la importancia de construir rapport al principio del proceso de entrevista, ya que los participantes que se sienten a gusto con el entrevistador son más propensos a dar respuestas sinceras. Bergen y Labonté (2020) descubrieron que a medida que los participantes se familiarizaban con el proceso de la entrevista, sus respuestas reflejaban mejor sus experiencias reales, lo que indica que establecer un entorno de confianza puede ayudar a mitigar el sesgo.
En resumen, detectar el sesgo de deseabilidad social implica prestar mucha atención a las señales verbales y no verbales, así como buscar patrones de incoherencia en las respuestas. Los investigadores deben estar atentos a estas señales durante todo el proceso recolección de datos y utilizar técnicas de sondeo o estrategias de establecimiento de relaciones para fomentar respuestas más genuinas. Aunque el sesgo nunca puede eliminarse por completo, una atención cuidadosa a estos signos puede ayudar a los investigadores a identificar y abordar su presencia, lo que conduce a datos y perspectivas más perspicaces.
Reducir el sesgo de deseabilidad social es esencial para garantizar la calidad de los resultados de la investigación cualitativa. Este sesgo, que se produce cuando los participantes alteran sus respuestas para ajustarse a las normas socialmente aceptadas, puede distorsionar considerablemente los datos, sobre todo en temas sensibles. Mediante la aplicación de estrategias específicas, los investigadores pueden fomentar respuestas más honestas y auténticas. Estas estrategias implican un cuidadoso diseño y ejecución de métodos de recopilación de datos, incluida la garantía de confidencialidad, el interrogatorio indirecto, el establecimiento de relaciones y el uso de diversas técnicas de recopilación de datos. Esta sección explora enfoques eficaces para minimizar el sesgo de deseabilidad social en la investigación cualitativa.
En su trabajo, Bispo Júnior (2022) identificó seis estrategias para controlar el sesgo de deseabilidad social en la investigación cualitativa en salud.
Los investigadores deben definir cuidadosamente los objetivos del estudio, elegir las técnicas de investigación apropiadas y seleccionar estratégicamente a los participantes. La triangulación de las fuentes de datos -como complementar las entrevistas con la observación de los participantes- puede ayudar a identificar las respuestas sesgadas.
Las guías de las entrevistas y los grupos focales deben evitar las preguntas con carga emocional o tendenciosas. La secuencia de las preguntas debe diseñarse de modo que comience con temas generales, no delicados, para facilitar la conversación y permitir que los participantes se sientan más cómodos antes de abordar cuestiones más delicadas.
Los investigadores deben asegurarse de que los participantes sean entrevistados en entornos privados, sin espectadores, y deben comunicarles claramente que toda la información compartida será confidencial. Esto es especialmente importante cuando se tratan temas de salud delicados, como los comportamientos personales o la dinámica familiar.
La capacidad del investigador para establecer una buena relación con los participantes es crucial para reducir el sesgo de deseabilidad social. Los investigadores deben crear una atmósfera relajada y respetuosa para fomentar respuestas sinceras, y el contacto previo con los participantes puede ayudar a establecer la confianza antes de que comience la recogida de datos.
El proceso de selección de los participantes debe garantizar que se sientan cómodos compartiendo opiniones y comportamientos verdaderos. Los investigadores deben buscar personas que estén realmente dispuestas a proporcionar información sincera en lugar de aquellas que puedan sentirse presionadas para presentarse de forma positiva.
Los entrevistadores deben recibir formación para identificar posibles signos de sesgo de deseabilidad social, como respuestas demasiado agradables o contradicciones en las respuestas de los participantes. También deben evitar dar señales verbales o no verbales que puedan influir en las respuestas y utilizar reacciones neutras para fomentar respuestas más sinceras.
El sesgo de deseabilidad social afecta significativamente a la validez y fiabilidad de los resultados de la investigación, sobre todo en los estudios basados en datos autodeclarados. Este sesgo lleva a los participantes a modificar sus respuestas para ajustarse a las normas socialmente aceptadas, lo que da lugar a que informen en exceso de los comportamientos favorables y en defecto de los desfavorables. Estas distorsiones pueden comprometer la exactitud de los datos y conducir a conclusiones erróneas y recomendaciones políticas ineficaces.
En el estudio "Measuring social desirability bias in a multi-ethnic cohort sample: its relationship with self-reported physical activity, dietary habits, and factor structure", Teh et al. (2021) investigaron el alcance del sesgo de deseabilidad social en un contexto asiático multicultural. Los investigadores descubrieron que los participantes mostraban puntuaciones más altas de deseabilidad social cuando informaban sobre comportamientos de estilo de vida como la actividad física y los hábitos dietéticos. En concreto, se observó una tendencia a informar en exceso sobre los comportamientos saludables y en defecto sobre los no saludables, lo que podría conducir a una sobreestimación del estado de salud general de la población (Teh et al., 2021).
El impacto de este sesgo es polifacético. En primer lugar, puede dar lugar a tasas de prevalencia inexactas de determinados comportamientos dentro de una población. Por ejemplo, las iniciativas de salud pública basadas en niveles inflados de actividad física pueden subestimar los recursos necesarios para abordar los estilos de vida sedentarios. En segundo lugar, el sesgo de deseabilidad social puede dar lugar a una identificación errónea de los grupos de riesgo. Teh et al. (2021) observaron que los adultos mayores, las personas de determinadas etnias y aquellas con estados civiles específicos eran más propensos a este sesgo. Esta representación errónea puede obstaculizar las intervenciones dirigidas a poblaciones vulnerables.
El sesgo afecta a la generalizabilidad de los resultados de la investigación. En las sociedades multiculturales, las normas culturales influyen mucho en lo que se considera una manera socialmente deseable, lo que provoca una variabilidad en las respuestas de los distintos grupos. Esta especificidad cultural dificulta la aplicación universal de los resultados sin tener en cuenta estos sesgos (Teh et al., 2021).
Por último, el sesgo de deseabilidad social puede socavar la eficacia de la elaboración de políticas y programas. Las políticas formuladas a partir de datos distorsionados pueden no abordar las necesidades reales de la población. Reconocer y ajustar el sesgo de deseabilidad social es crucial para desarrollar evaluaciones sanitarias precisas e intervenciones eficaces.
El sesgo de deseabilidad social supone un reto considerable en la investigación cualitativa, sobre todo cuando se abordan temas delicados o personales. Este sesgo se produce cuando los participantes modifican sus respuestas para ajustarse a las normas socialmente aceptables, ya sea a través del autoengaño -cuando creen realmente en sus respuestas sesgadas- o de la gestión de la impresión, cuando intentan conscientemente presentarse de forma más favorable. Estos sesgos distorsionan los resultados de la investigación y dan lugar a representaciones inexactas de los verdaderos pensamientos, comportamientos o experiencias de los participantes. Exagerar los comportamientos positivos, como las donaciones caritativas o los hábitos saludables, y subestimar los negativos puede dar lugar a conclusiones erróneas y recomendaciones políticas ineficaces. El problema es especialmente grave en los estudios sobre creencias o comportamientos personales, en los que los participantes pueden sentirse obligados a dar respuestas socialmente aceptables en lugar de respuestas sinceras. En consecuencia, el sesgo de deseabilidad social amenaza la calidad de los datos, sobre todo en los estudios que se basan en gran medida en información autodeclarada.
Para hacer frente a este problema, los investigadores pueden aplicar varias estrategias para mitigar el sesgo de deseabilidad social y mejorar la exactitud de sus conclusiones. Garantizar la confidencialidad y establecer rapport una buena relación con los participantes ayuda a crear un entorno de confianza en el que se sienten más cómodos compartiendo respuestas sinceras. Las preguntas abiertas y neutras reducen la probabilidad de inducir a los participantes a dar respuestas socialmente deseables, mientras que las técnicas de interrogatorio indirecto -como preguntar sobre tendencias generales en lugar de comportamientos personales- pueden ayudar a obtener respuestas más sinceras. Además, el uso de triangulación mediante la comprobación cruzada de múltiples fuentes de datos, como las entrevistas y las observaciones de los participantes, puede revelar incoherencias que pueden indicar sesgo. Formar a los entrevistadores para que reconozcan los signos del sesgo de deseabilidad social, como las respuestas demasiado agradables o vagas, también puede ayudar a detectar y abordar el problema. Al diseñar cuidadosamente sus estudios y aplicar estas estrategias, los investigadores pueden reducir la influencia del sesgo de deseabilidad social, lo que conduce a datos más válidos, fiables y procesables.